No hay mejor sensación que sentirse orgulloso de uno mismo

 

Se pasea por la sala del polideportivo con seguridad. Su figura impone con solo mirar: de constitución robusta y fuerte, lleno de grandes tatuajes, con una mueca firme, todos lo escuchan. Mientras por las paredes del aula resuena constantemente una palabra («¡Osu!») los alumnos, jóvenes de varias nacionalidades, siguen las órdenes de su senpai. Es una clase de José Luis Redondo, conocido por todos como Lee, el autor del proyecto social Dojo Can Peixauet, que en Santa Coloma fomenta la inclusión social utilizando como herramienta principal el kárate.

 

 

A José Luis Redondo, de 44 años, en Santa Coloma se lo conoce más como Lee Redondo o simplemente Lee. Yendo con él por las calles de su barrio es imposible caminar unos metros sin que alguien lo salude o se pare a hablar con él. Los niños lo adoran y los adultos le agradecen su gran labor, que ha mejorado considerablemente el ambiente del barrio. José Luis es el autor del proyecto social sin ánimo de lucro Dojo Can Peixauet, en el cual, combinando la enseñanza del kárate con un activo seguimiento social de los participantes, consiguió cambiar el comportamiento nocivo y destructivo de varios jóvenes que estaban en riesgo de exclusión social. Dōjō es el término japonés que designa un espacio destinado hoy en día a la práctica y enseñanza de las artes marciales tradicionales. Significa literalmente «lugar del despertar» y se refiere a la búsqueda de la perfección física, moral, mental y espiritual. Es supervisado por un maestro, el senséi. Redondo empezó retando en el río de Can Peixauet a cuatro chicos de origen marroquí y rumano que traían problemas a la biblioteca local. Hoy en día cuenta con más de 140 alumnos y hay lista de espera para apuntarse a participar en su proyecto.

 

 

El proyecto es gratuito para sus participantes, que deben cumplir una serie de normas: asistir a los entrenamientos, ser socios de la biblioteca, leer al menos un libro al mes, no meterse en problemas y estudiar o trabajar. Lee quiere que el kárate sea una excusa que despierte su interés por la lectura y por la educación sexual; que desarrollen conductas sanas y respeto por las personas vulnerables por su condición sexual (mujeres, comunidad LGBT, etc).

Además de ayudarles con sus problemas cotidianos, Lee también participa en los proyectos solidarios e imparte talleres de autodefensa para mujeres y charlas sobre su proyecto y metodología de trabajo. Aunque el Ayuntamiento les cede el polideportivo, el proyecto se autofinancia solamente con los premios y becas que gana. «A día de hoy nadie nos ayuda. Y no sé el porqué».

 

 

Cuando las luces del polideportivo se apagan y los alumnos vuelven a sus casas, Lee, tras la larga jornada, deja el traje de karateca y vuelve a ser José Luis. Al preguntarle por lo más importante en su vida, sin pensar responde: «Paula, mi hija».

 

 

* Proyecto expuesto en el Festival Enfocats en 2017 y posteriormente uno de los finalistas en el Festival Gollut en la categoría de fotoperiodismo.